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os
síntomas son la falta de interacción social (muestran dificultad para
relacionarse con otros niños de la misma edad, poco o nulo contacto visual,
evitan el contacto físico, no responden al ser llamados por su nombre, no
tienen lenguaje y si lo tienen presenta alteraciones), las estereotipias
(movimientos repetitivos), poca tolerancia a la frustración, risas o llantos
sin motivo aparente, presentan hiperactividad o son muy pasivos, no hay juego
simbólico, carecen de juego creativo. La mayoría de estos síntomas pueden
aparecer al año y medio de edad, comenzando con retrocesos en el desarrollo del
niño.
Una
característica que se reporta comúnmente, pero que no es necesaria para un
diagnóstico, es la de déficit sensoriales o hipersensibilidad
sensorial. Por ejemplo, a una persona autista puede molestarle un
ruido que para una persona no autista pasa inadvertido. En muchos casos la
molestia puede ser extrema, hasta el punto de llevar a comportamientos
violentos. Por otro lado, un autista puede tener una gran tolerancia al dolor.
Algunos aseguran que no se percatan del hambre o de otras necesidades
biológicas.
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